El trabajo de más de 140 500 colaboradores cubanos de la salud en 15 años de Misión Médica en Venezuela fue exaltado en la ceremonia por el Día de la Medicina Latinoamericana, celebrado aquí con una nutrida representación de esa fuerza internacionalista.
Más que un acto de la Misión fue un merecido canto a sí misma, en tanto profesionales de batas blancas se colocaron otro vestuario y, en pleno cierre del festival de artistas aficionados, asombraron gratamente con sus presentaciones, tanto a compañeros como a colaboradores de las otras 11 misiones asentadas aquí.
Cuando se ha curado tanto, hay razones para el arte. Esos mismos jóvenes que tras el micrófono repasaron a Lecuona y Guillén, a González Allué y Carilda, a Silvio y al Indio Naborí; los mismos que entonaron la Luz de César Portillo, ofrecen cada día un afinado concierto de trabajo para construir, a tono con los acuerdos del Primer Congreso Revolucionario del sector, el nuevo sistema público de salud venezolano.
Esa prioridad mayor en la cooperación presupone –como explicó el doctor Fernando González Isla, jefe de nuestra Misión Médica en Venezuela– esfuerzos para avanzar en los frentes epidemiológicos y de medicamentos, así como en procederes y tratamientos de alta complejidad.
Hace apenas unos días la colaboración cubana comenzó en el país, con el aporte de colegas nacionales, las primeras operaciones de colocación de prótesis de cadera en hospitales públicos. A ese éxito se suman las intervenciones quirúrgicas de enfermedades cardiovasculares –lo cual contempla el implante de
marcapasos– y la preparación para operaciones de retina.
Sellados la atención primaria, secundaria y los programas de prevención, la ayuda cubana apunta a Barrio Adentro III –hospitales– y a Barrio Adentro IV, con la apertura de institutos y otras entidades altamente especializadas.
El registro histórico suma 2 170 millones de consultas médicas, más de tres millones de intervenciones quirúrgicas –casi la mitad de ellas en la Misión Milagro– y más de un millón 300 000 discapacitados atendidos.
El amor de pueblo es síntesis: quien quiera saberlo todo sobre esta fuerza tendría que preguntar a los pacientes venezolanos que, aquejados por el bloqueo y miles de tensiones, identifican a los cubanos como segura fuente de aliento.
Por todo ello, Julio César García Rodríguez, jefe de la Oficina de Atención a Misiones (OAM) en Venezuela, afirmó que nuestros trabajadores de la salud nos enorgullecen como primera bandera de la patria en el mundo. «Lo primero que hay que preservar es la Revolución; sin ella, no habría colaboración», sostuvo.
Sanadora de revoluciones es la joven doctora Rachel de Armas Hernández, quien escribió a nombre de todos una carta de respaldo a los colegas retirados de Brasil; sanadores son estos jovencitos que se cambian de ropa y empiezan a cantar o a declamar: Lionel Cordoví Tamayo, Luis Javier Arrechavaeta y Sobeida Rodríguez, los aficionados mejor premiados sobre el escenario, tienen en otro terreno, en entidades de salud de Venezuela, un currículo aun mayor. Es que, en eso, forman parte de cierta orquesta con los mejores profesionales. Solo una pista: le dicen Cuba.
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