lunes, 22 de abril de 2019

Cójanlo

Hacía mucho tiempo que no se escuchaba un Sermón de las 7 Palabras con tanta pólvora, de tanta estridencia como el del Viernes Santo. Cada uno de los sermones contenía una potente carga explosiva, cuyo estruendo no es para que las autoridades lo ignoren, sino para que reflexionen.
Por más desacredita que pueda estar y por fieles que haya perdido la Iglesia católica tendrá siempre un peso impactante en la sociedad.
En la filípica, los religios
os relacionaron los aprestos reeleccionistas con la ambición de poder y el desprecio a la institucionalidad, al tiempo de denunciar al sistema judicial como una farsa.
Y como si fuera poco citaron cada uno de los males que más se denuncian diariamente, comenzando por la corrupción.
Mejor sería que el Gobierno, que ya ha sido acusado de empujar el país hacia una dictadura con la intolerancia y la concentración de poderes, se aboque a reflexionar sobre la realidad nacional.
No se puede negar que hay muchos pronunciados, que todavía sean aislados, alimentan la percepción de que se está dispuesto a todo con tal de preservar el poder. Por eso los torpedos del Sermón de las 7 Palabras.

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